El Tramposo: Al otro lado del telĂŠfono.
Uno de los pilares del pasado undido con un sĂłlo mensaje. Lydia, la coleccionista de lĂĄgrimas, el autoimpuesto martir eterno, ahora cae vacĂa. Reconozco que cuando todo empezĂł pude ahorrarle todo el sufrimiento que le llevĂł luego a buscar incesantemente cosas en las que implicarse y sufrir, pero no quise y ahora, tal y como van a acabar las cosas no me es Ăştil una vĂctima y 3 aĂąos de rabia contenida pueden servirme para atacar al coleccionista de historias.
De todas las colecciones que he destruido, ĂŠsta es la Ăşnica que no ha caĂdo por haber llegado a un punto muerto, o por perder su esencia. Era una colecciĂłn pura de miedos y lĂĄgrimas, pero ahora quiero la rabia. Lidia otra vez confundida por el recuerdo de Juan.
Yo le dije que la dejara.
Yo le coloquĂŠ enfrente de Rakel.
Y yo le eche de mi casa aquel dĂa borracho como ĂŠl estaba, para llamr a la gran ladrona, y preguntarle su versiĂłn.
Murio cuando salĂa de mi casa.
Por mi culpa.
Y lo volverĂa hacer.
Unicamente tengo que pulir un poco los detalles.
De todas las colecciones que he destruido, ĂŠsta es la Ăşnica que no ha caĂdo por haber llegado a un punto muerto, o por perder su esencia. Era una colecciĂłn pura de miedos y lĂĄgrimas, pero ahora quiero la rabia. Lidia otra vez confundida por el recuerdo de Juan.
Yo le dije que la dejara.
Yo le coloquĂŠ enfrente de Rakel.
Y yo le eche de mi casa aquel dĂa borracho como ĂŠl estaba, para llamr a la gran ladrona, y preguntarle su versiĂłn.
Murio cuando salĂa de mi casa.
Por mi culpa.
Y lo volverĂa hacer.
Unicamente tengo que pulir un poco los detalles.
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